Investigadores de la Universidad Estatal de Penn descubrieron que pueden transformar el CO2 presente en nuestro medio ambiente en energía eléctrica, una solución que acabaría, por lo menos en pequeña escala, con determinadas necesidades energéticas en todo el mundo.
La invención funciona disolviendo el dióxido de carbono, o incluso el aire común en una solución acuosa, la cual, por el desbalance provocado por la gran cantidad de diferentes tipos de pH, genera electricidad.
Para entrar en más detalles, dentro de la batería existen dos líquidos con las condiciones antes explicadas, separadas por medio de una membrana que permite un flujo de iones. Estos son intercambiados entre sí, de manera que se provoca cierto voltaje que estimula el flujo de electrones en un par de electrodos que también están en la «pila» y eso genera electricidad.
Este método también permite que la batería sea recargable, no obstante existe un ciclo de hasta 50 cargas antes de que veamos un pequeño decaimiento en el desempeño de este dispositivo, algo que claramente se puede arreglar en el futuro, mientras perfeccionan el aparato.