El fracking se está convirtiendo en los EEUU y en otras muchas partes del mundo, en el “último recurso” para conseguir petróleo y gas de las rocas de esquisto, pero sus aguas residuales son un grave problema, al que Ron Sims de la Universidad de Utah quiere poner remedio, de forma natural.
¿Microalgas que se lo comen todo?
Ronald Sims es un biólogo experto en fitorremediación, que ha descubierto un tipo de “microalgas” que habitan en el gran Lago Salado, que no solamente sobreviven, sino que incluso prosperan y se multiplican, en aguas residuales altamente fraguadas y contaminadas. Las algas son un recurso valioso, porque producen metano como subproducto, que puede ser capturado y utilizado como combustible.
Adicionalmente, grandes cantidades de algas, que servirían como biomasa en la industria, cuando se cosechan y se comprimen, producen aceite. Pero una biomasa de algas significativas requiere un aporte nutricional masivo. Las aguas residuales del Fracking, al parecer, ofrecen una fuente de alimentos casi ilimitada, puesto que las algas necesitan nutrientes como el nitrógeno y el fósforo, que son abundantes en este tipo de aguas. Y hay más aun; como explica Ron Sims: “creemos que las algas pueden metabolizar el carbono presente en las aguas residuales” y por esa razón, su equipo está profundizando en los estudios, para comprobar ese dato.
Si Sims tiene razón, estos microorganismos podrían ser capaces de neutralizar muchos o todos los compuestos orgánicos volátiles, es decir todas aquellas sustancias químicas que se evaporan fácilmente y son responsables de la contaminación del aire. Sims sostiene que: “si las algas pueden metabolizar estos compuestos será posible disminuir significativamente la contaminación del aire, en todos aquellos sitios donde se realicen perforaciones de fracking, puesto que las algas degradarán los compuestos a base de carbono, antes de que tengan la oportunidad de evaporarse”.
¿Una solución viable?
La industria del fracking busca de forma frenética una metodología eficaz para solucionar el problema de sus aguas residuales, puesto que no sólo les genera una enorme cantidad de desechos que no es fácil almacenar, sino que conocen perfectamente los riesgos que corren y además deben enfrentar a los ambientalistas, que cada día tienen más excusas válidas para pedir el cierre de sus prospecciones. Sims dice que él mismo es un defensor del Medio Ambiente, pero que la realidad es que el fracking existe y que hay que convivir con ello, por lo que aportar soluciones para resolver sus problemas, no le parece paradigmático. Para Sims no debe haber un enfrentamiento en el que haya que elegir entre la Industria y el Medio Ambiente, sino que se debe trabajar para conciliar ambos aspectos y puesto que la actividad industrial produce lo que casi eufemísticamente denomina “residuos”, concluye que: “necesitamos aprender a integrarlos en un sistema total”. De hecho, Sims prefiere no ver las aguas residuales del fracking como un desecho, sino como un recurso y su idea es que la ingeniería biológica debe «combinar los resultados industriales y el mundo natural y calcular cómo integrarlo todo».
Fuente: Eco Noticias