El equipo de Anya Topiwala, de la Universidad de Oxford en el Reino Unido, ha llegado a la conclusión de que el consumo de alcohol, incluso en niveles moderados, está asociado a un mayor riesgo de efectos cerebrales negativos y a un declive más agudo de las capacidades cognitivas.
Estos resultados apoyan la reciente reducción del consumo máximo recomendado en las guías sobre el alcohol en el Reino Unido y plantean interrogantes sobre los actuales límites máximos recomendados en Estados Unidos y otras naciones, tal como apuntan los autores del estudio.
Se sabe que beber mucho alcohol está asociado a una mala salud cerebral, pero pocos estudios han examinado los efectos de un consumo moderado sobre el cerebro y sus resultados no han sido claros.
Así que científicos de la Universidad de Oxford y del University College de Londres decidieron investigar si el consumo moderado de alcohol tiene una asociación beneficiosa o dañina (o ninguna en absoluto) con la estructura y la función cerebrales.
Utilizaron datos de consumo semanal de alcohol y de rendimiento cognitivo que se midieron de forma repetida a lo largo de 30 años (1985-2015) en 550 hombres y mujeres sanos.
Los participantes tenían una edad promedio de 43 años al inicio del estudio y ninguno estaba alcoholizado. Las pruebas de la función cerebral se llevaron a cabo a intervalos regulares y al final del estudio (2012-15) se practicó a los participantes un escaneo cerebral por MRI (resonancia magnética).
Se tuvieron en cuenta varios factores que podrían haber influido en los resultados, tales como la edad, el sexo, la educación, la clase social, la actividad física y social, el consumo de tabaco, el riesgo de derrames cerebrales y el historial médico.
Después de ajustar los resultados en relación con estas variables de confusión, los investigadores hallaron que un mayor consumo de alcohol a lo largo del estudio de 30 años estaba asociado con un riesgo superior de atrofia del hipocampo, una forma de lesión cerebral que afecta a la memoria y a la navegación espacial.
Si bien quienes consumían más de 30 unidades de alcohol a la semana tenían el mayor riesgo comparado con los abstemios, incluso los que bebían de forma moderada (14 a 21 unidades por semana) tenían una probabilidad tres veces superior de padecer atrofia en el hipocampo en comparación con los abstemios. Una unidad de alcohol es la cantidad de alcohol puro presente, por ejemplo, en un vaso de vino o una caña de cerveza típicos.
Un consumo superior también estaba asociado con una peor integridad de la materia blanca (el “cableado” del cerebro, esencial para un funcionamiento cognitivo eficiente) y un declive más rápido en la fluidez del lenguaje (medible contando cuántas palabras que empiezan por una letra concreta puede generar el sujeto en un minuto).
Los autores señalan que se trata de un estudio observacional, así que no se pueden extraer conclusiones firmes sobre la causa y el efecto. De todos modos, creen que el alcohol puede ser un factor de riesgo modificable para el deterioro cognitivo y que las medidas preventivas aplicadas a una edad avanzada podrían llegar ya demasiado tarde, al menos para el caso de los daños promovidos por el consumo habitual de alcohol antes de la vejez.