El Centro Común de Investigación (CCI) de la Comisión Europea acaba de hacer público un atlas de Europa que analiza el grado de contaminación por nutrientes en los suelos de todo el continente, con mapas que reflejan variables como la densidad de población, el número de ríos y cuencas, el contenido de carbono orgánico en suelo fértil o el total de superficie cultivable, entre otras.
La investigación ha sido el resultado de la labor de FATE (Fate of Pollutants in Terrestrial and Aquatic Ecosystems), una iniciativa del CCI que se encarga de investigar las repercusiones del uso de nutrientes en el medio ambiente. Estos nutrientes provienen de restos de comida, fertilizantes orgánicos o cloacas, entre otros orígenes, y condicionan al fitoplankton y las algas, reducen el oxígeno y originan malos olores.
Además, tal como explica la CE en un comunicado, la saturación con ellos del medio ambiente (sobre todo por el uso de fertilizantes y otros productos agroquímicos en la agricultura) tiene efectos nocivos en la calidad de suelo y, consecuentemente, en la calidad del agua, porque estimulan el crecimiento masivo de plantas y algas.
Principales causas
Según la CE, la agricultura, las depuradoras de aguas residuales y la industria serían las principales responsables de este exceso contaminante de nutrientes. Sin embargo, a pesar de sus graves efectos medioambientales, hasta ahora se sabía poco acerca de su función y de las repercusiones de su contaminación en el ámbito general de la UE.
A partir del año 2000, la Directiva Marco Europea para el Agua (Water Framework Directive o WFD ha remarcado la necesidad de que todos los Estados Miembros tomen medidas de prevención contra el deterioro de nuestros recursos acuíferos.
Esta intención conlleva a la también necesaria reducción de la contaminación por nutrientes generada por las actividades agrícolas, que afectarían a las aguas subterráneas. Para poder llevar a cabo el control de los nutrientes contaminantes se hizo necesario el análisis del estado actual y de los posibles escenarios del futuro al respecto, con el fin de desarrollar medidas eficientes de control, explica la CE en su informe.
La iniciativa FATE ha afrontado así el reto, con una investigación del medio rural y de los recursos acuíferos y medioambientales que pretendía conocer el proceso que siguen dichos nutrientes a escala Europea. Así, ha reunido datos sobre los suelos, la topografía y el uso de la tierra; sobre las prácticas agrícolas (con fertilizantes de estiércol y nitrógeno, excedente de nitrógeno), e información para calcular los vertidos de nutrientes procedentes de diversas fuentes y viviendas dispersas.
Abundante información
Esta abundante información ofrece una visión clara de los efectos nocivos que los nutrientes y sus fuentes están teniendo en los ecosistemas. El atlas muestra, por ejemplo, que la gama de nutrientes excedentes en zonas agrointensivas varía mucho de unos países europeos a otros. Así, en los Países Bajos utilizan más de 200 kg/ha, mientras que en Italia no superan los 40 kg/ha. También se han comprobado diferencias en los usos dentro de cada país: en Francia, por ejemplo, el exceso de nitrógeno total es de 50 kg/ha, pero sólo en la Bretaña francesa los niveles superan los 120 kg/ha.
Por otro lado, el atlas ha demostrado que, en España, algunas partes de Cataluña se encuentran entre las áreas de la UE con mayor concentración de nutrientes. De hecho, diversos puntos de esta comunidad autónoma figuran entre las áreas donde dicha concentración es más intensa, superando los 100 ó 200 kilos por hectárea. En cuanto a la concentración de carbono orgánico, algunas zonas de Galicia y el norte de Cataluña aparecen entre las de mayor cantidad del país.
Gracias a la información ofrecida por el atlas, los científicos han sido así capaces de mostrar la relación que existe entre la pérdida de nutrientes excedentes y la fertilización excesiva, con lo que la prevención se vuelve relativamente sencilla y económica. Asimismo, pusieron de manifiesto el estrecho vínculo que existe entre la creciente saturación de nutrientes que hay en el medio ambiente y la alta densidad de la producción ganadera.
Por último, partiendo de diversas hipótesis acerca del futuro del cambio climático, los científicos lograron demostrar que la agricultura intensiva acarrearía un incremento del uso de fertilizantes y de la demanda de agua. Se espera que toda esta información recabada permita mejorar la aplicación de la normativa que ya está en vigor, además de proporcionar argumentos científicos sólidos para elaborar nuevas normas en el futuro.